¿Cómo se ve San Francisco desde la perspectiva de una mujer argentina autodidacta en tecnología?
Acompáñenme a leer esta divertida historia, puramente subjetiva y sesgada por mi opinión y experiencia.
Justo después de terminar la temporada 3 de Nights & Weekends, un programa de Buildspace en el que desarrollás tu idea durante 6 semanas a través del proceso de iteración constante con validación de usuarios, recibí un email notificándome que en base a mi rendimiento había quedado seleccionada para postular al programa presencial llamado SF1, que tienen en San Francisco, en donde durante tres meses te enfocas full time en seguir desarrollando tu idea y recibiendo mentoreo. Por supuesto, postulé con toda la ilusión del mundo. Sin embargo, no quedé seleccionada.
Eso no me detuvo... Apliqué el tan efectivo método de "Una lloradita y a seguir" y me vine a San Francisco con la meta de aprender más sobre el desarrollo de ideas y sobre cómo funcionan las startups, directamente en el campo, donde todo esta sinergia entre innovación, tecnología de punta y emprendedurismo, ocurre en la vida real y a la vista y al alcance de todos.
El recuerdo de mi primera tarde en San Francisco es de sentir confusión. En mi cabeza estaba llegando a una ciudad "del futuro" y en el viaje en Uber del aeropuerto a Lower Pacific Heights, el barrio donde me hospedo, tuve la oportunidad de ver algo así como un "trailer" que sirvió de introducción a las distintas microrealidades que experimentaría viviendo en la ciudad. Para mi sorpresa, lo primero que vi fue la autopista sucia, gente viviendo en la calle, acampando en las veredas e inyectándose drogas a plena luz del día, para luego pasar a ver partes de la ciudad mega prolijas y coquetas con mansiones y autos que se manejan solos.
San Francisco, al menos desde mi experiencia, es una ciudad que respira (además de marihuana) emprendedurismo y academia.
Para venir de "turismo tecnológico" es increíble y si sos emprendedor el "momentum" que agarrás es fantástico. Todos los días hay mínimo 3 eventos centrados en innovación o emprendedurismo que en su gran mayoría son gratuitos.
Eventos de todo tipo, para hacer networking con inversores o para hacer networking con otros emprendedores; charlas sobre casos de uso y aplicación de inteligencia artificial generativa en la sustentabilidad, en los medios, en diseño, en agricultura, y básicamente en todas las industrias; hay workshops gratuitos sobre cómo construir tu propio bot o agente artificialmente inteligente; días específicos donde espacios de coworking se abren a todo el público para generar un mayor flujo de intercambio de ideas; noches de hack donde desarrolladores y personas NO técnicas se juntan a trabajar en lo que sea que estén trabajando para nutrirse y generar hermosas sinergias que pueden terminar siendo muy útiles.
Hay infinidad de oportunidades para satisfacer una mente curiosa y conectar con otros haciendo cosas que quizás son impensadas desde la perspectiva de economías sangrantes latinoamericanas.
Para mí fue fundamental al llegar a la ciudad, buscar eventos a los que asistir para conectarme con gente local y abrir mi cabeza a otras realidades, por suerte encontré estas joyitas de newsletters semanales de Cerebral Valley y de SF IRL.
Por ejemplo, la primera noche de hack a la que asistí en la ciudad conocí a Ester, una persona de Taiwán que se graduó recientemente de una universidad que permite a sus alumnos cursar la carrera en distintas partes del mundo, ¡cada semestre en un destino distinto! Ester había tenido la suerte de vivir 4 meses en Buenos Aires -durante el mundial 2023 dato no menor- y eso fue lo que nos conectó. También conocí a Dan, uno de los fundadores de Tabbi AI para quien terminé siendo la representación de un usuario ideal de su aplicación que busca ayudar a personas que hablan inglés no nativo y que trabajan diariamente en ambientes internacionales usando inglés en su día a día a mejorar sus habilidades y no perder oportunidades de crecimiento laboral frente a un hablante de inglés nativo.
Culturalmente hablando me sorprendió para bien ver la cantidad de inmigrantes viviendo el "sueño americano", los "underdogs" como yo que llegan a Estados Unidos con hambre de progreso. Que para llegar a donde están imagino habrán tenido que romper con muchas estructuras mentales propias de lugares como Argentina, donde la perspectiva es casi siempre negativa frente al riesgo de innovar y crear algo nuevo. Y es completamente entendible, la visión de carencia con la que crecimos define ciertas formas de pensar que pueden ser un arma letal para las ideas de progreso. En San Francisco, entre emprendedores se respira la abundancia de recursos, la libertad para soñar en grande y llevar adelante proyectos que desde la visión latinoamericana, jamás tendrían éxito por nuestra falta de recursos. Y esto para mí es clave, ver la vida con los lentes de que "todo es alcanzable", sin la limitante de una economía inflacionaria y con un mercado lleno de posibilidades, te cambia totalmente la perspectiva.
Por otro lado, otra hermosa sorpresa fue para mí la solidaridad entre emprendedores, la filosofía "open source" corre por las venas de quien emprende en la ciudad.
No existe ese tal miedo de "no cuentes mucho que seguro te roban la idea". Acá todo es colaboración y construir tu proyecto en público, porque nunca sabés quién puede escucharte o leerte y ser tu próximo inversor, cofundador o sumarse a tu equipo. La tan conocida frase "Construye en silencio, deja que tus resultados hablen por ti." suena hasta ilógica acá.
La perspectiva de compartirse se nota hasta en las más altas esferas ejecutivas, donde los fundadores de empresas exitosas no están subidos a un pony como a veces en Argentina, hasta el más capo de los capos te responde un email, se hace un Google Meet con vos y está abierto a responder tus preguntas, colaborar con vos o mentorearte. Me sorprendió gratamente ver que no hay egos ni prepotencia, sino entendimiento de que cuanto más le vaya bien a los demás, más oportunidades surgen para todos.
Por último, lo que fue para mí el mayor shock cultural es la cultura de trabajo estadounidense.
Por supuesto, Estados Unidos es enorme y esta opinión puede estar sesgada a mi vivencia en San Francisco y experiencia trabajando en una corporación basada en Carolina del Norte, pero descubrí que a diferencia de Argentina acá el trabajo es LA prioridad. En Latinoamérica quizás priorizamos más conformar una familia y nutrir las amistades al desarrollo y carrera profesional. Acá se ve con buenos ojos trabajar sin descanso y estar en un constante estado de productividad, la competitividad es enorme y también se siente en el aire, por ejemplo, en mi vida había conocido tantas personas con un PhD, sin embargo acá sin un PhD quizás no puedas diferenciarte del montón de ingenieros de software tratando de trabajar para una FAANG.
En conclusión, San Francisco me abrió la cabeza y me cambió la perspectiva de una manera totalmente inesperada. No es una ciudad en donde quisiera vivir a largo plazo, pero si visitar cada tanto para no perder el hilo de lo que está pasando en una de las esferas de innovación y tecnologías más importantes a nivel mundial.
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La foto de portada es de Tim Foster en Unsplash